Noche, sombra hasta el fin, entre las secas
ramas, entre follajes, nidos rotos entre años
rebrillaban las lunas de cáscara de huevo,
las grandes lunas llenas de silencio y de espanto.
Morada al Sur, Aurelio Arturo
En
tu mirada de piedra, ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todos,
todos los astros son fugaces
El
bíblico ajenjo, el disco solar y el globo terráqueo.
En
tu mirada de piedra ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todos,
todos los ríos son fugaces
El
amarillo, el mitológico Aqueronte y el sinuoso Bredunco.
En
tu mirada de piedra, ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todos,
todos los imperios son fugaces
El
del águila calva, el del dragón y el del león.
En
tu mirada de piedra, ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todas,
todas las vidas son fugaces
La
del faraón, la del santo y la del héroe.
En
tu mirada de piedra, ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todos,
todos los amores son fugaces
El
suicida amor de julieta, el voluptuoso de Cleopatra y el maternal de María.
En
tu mirada de piedra, ¡oh! Dios de la Eterna Noche
Todos,
todos los dioses son fugaces
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