El Proyecto Mamut (Meseta 3)

La bola de fuego, que consumió la pestilente bahía, fue solo el comienzo de la extinción de las grandes urbes. Antes había cundido el hambre y la pandemia, sobre todo la pandemia. Todos vieron venir su precuela: el calentamiento global, pero nadie hizo nada para detenerlo. Al contrario, muchos negaron su existencia. 

La temperatura promedio subió escasos tres grados centígrados, pero fue suficiente para derretir gran parte del permafrost, ese cementerio de animales congelados que cubre los cascos polares del planeta. Gracias a esta desglaciación afloraron a la superficie, perfectamente conservados, los cuerpos sin vida de mamuts lanudos, leones de las cavernas, lobos del pleistoceno y cientos de virus, hongos y bacterias prehistóricos. 

La proliferación de estos cadáveres permitió a la ciencia encontrar el genoma necesario para completar la información genética del mamut lanudo. Combinándolo con el ADN de sus parientes cercanos, los elefantes asiáticos, pudieron resucitar al mamut, después de seis millones de años de extinción. 

Tal éxito los llevó a desarrollar nuevos experimentos en ingeniería genética, a fin de mejorar otras especies animales, incluyendo la especie humana. Para tal efecto buscaron por todos los rincones del planeta genoma humano ancestral. Y fue por esta razón que los científicos internacionales llegaron al Bredunco, una comunidad chamánica que gracias a Ti, Señor de la Eterna noche, había resistido la colonización española y habitaba ahora, hacia la segunda mitad del Siglo XXI, en el corazón de la selva amazónica. 

El desarrollo tecnológico había logrado el milagro científico de resucitar al mamut, pero también había hecho resucitar virus prehistóricos dormidos desde hacía millones de año. Uno de esos virus fue conocido como ARCTIC-66 o simplemente 666, una especie de SARC que saltó de los nuevos-grandes mamíferos a los humanos, y gracias al calentamiento global pudo expandirse alrededor del mundo. 

La respuesta fue inmediata: una docena de vacunas contra el SARC ARCTIC-66 que se elaboraron utilizando las mismas metodologías y precursores que, años atrás se habían usado para sintetizar la vacuna contra el SARC- COVID-19. 

Las vacunas fueron un fracaso. El virus mostró resistencia a todas y, peor, mutó a una forma más agresiva de virulencia que además de atacar el sistema respiratorio, también atacaba el sistema inmune, o al menos eso se dijo al principio antes de que las grandes farmacéuticas reconocieran el fracaso de la vacunación masiva. 

Lo cierto es que a principios del siglo XXI, mil cuatrocientos millones de personas en el mundo estaban infectadas de tuberculosis, pero solo un pequeño porcentaje había desarrollado los síntomas. Sin embargo, a principios de la segunda mitad del mismo siglo, en un lapso de pocos meses más de cien millones de personas todas vacunadas presentaron insuficiencia en el sistema inmune desarrollando los síntomas de una nueva forma de tuberculosis; y aunque el virus era harto conocido porque había permanecido dormido en los pulmones de la humanidad durante miles de años, lo cierto es que para esta nueva cepa no existía ningún tratamiento, ninguno, Señor de la Eterna Noche.

 

Por: Carlos Cardona

Oda al Gran Dios de la Noche. Cuento de Carlos Arturo Cardona. Tercera Parte: El Proyecto Mamut.